Nadie como Amparo
Dávila para acercarnos por medio de la literatura a esa delicada línea que
separa la cordura de la demencia, lo real de lo fantástico, lo cotidiano de lo
sobrenatural.
Sus relatos tienen, en su atmósfera
siniestra, en la acechante presencia de lo sobrenatural y en la inestabilidad
mental de los protagonistas mucho de Edgar Allan Poe. Sin embargo, también es
posible advertir en ellos vínculos con la obra de Franz Kafka, Jorge Luis Borges
y Julio Cortázar.
Amparo Dávila nació en Pinos, Zacatecas, un
pueblecillo minero de ambiente desolado y sombrío el 21 de febrero de 1928. Fue
una niña solitaria y durante su infancia tuvo que enfrentar la muerte de tres
de sus hermanos. Fue secretaria de Alfonso Reyes e inicialmente se interesó por
la poesía, llegando a publicar dos libros: Salmos Bajo la Luna (1950) y Meditaciones
a la Orilla del Sueño (1954). No obstante, encontró su consagración
definitiva en el relato breve.
Su primer libro de cuentos se llamo Tiempo
Destrozado (1959), a él siguieron Música Concreta (1961) y Árboles
Petrificados (ganador del Premio Xavier Villaurrutia, 1977). Finalmente,
después de más de treinta años de silencio literario, publicó en 2008, Con
los Ojos Abiertos, el cual cierra, por lo menos de momento, su obra
narrativa.
Lo mejor de los relatos de Dávila es,
sin duda, la manera en que lo fantástico, lo ominoso, irrumpe en la realidad de
los protagonistas, quienes son en su mayoría seres que llevan una vida triste y
rutinaria. A esto se suma que Dávila nunca describe de manera nítida que es
“eso” que acosa a los personajes, lo que provoca que la idea de peligro crezca
sin cesar.
Especialmente notables son: “El Huésped”,
en el que una mujer, sus hijos y la sirvienta viven temerosos, día y noche, a
causa de la presencia de “algo” (presumiblemente un extraño animal de ojos
amarillos y redondos) que su marido trajo a casa al regresar de uno de sus
frecuentes viajes (alegoría de éste, que de manera figurada es un
monstruo); “La Quinta de las Celosías”,
donde un joven ingenuo y enamoradizo cae víctima del hechizo de la hermosa
Hanna, quién no ve en él otra cosa más que un cuerpo en el cual practicar sus
macabros experimentos; “Alta Cocina”, en el cual comer caracoles, le genera al
protagonista un sufrimiento tan terrible que lo obliga a dejar su casa para no
tener que volver a ingerirlos; “El Espejo“, en el que un joven y su madre viven
aterrorizados por espectros informes que emergen de un espejo a media noche.
Sin embargo, lo fantástico no conforma todo
el mapa cuentístico de Amparo Dávila, en él hay un sitio muy importante para
los trastornos mentales. Así, muchos de sus personajes (frecuentemente víctimas
de represión sexual y culpas tremendas) sufren de paroxismos de locura que los
llevan a huir sin rumbo (“Un Boleto para Cualquier Parte”), a cometer asesinatos
(“La Celda”, “El Desayuno“), a tomar decisiones insólitas, (“Muerte en el
Bosque”, “Griselda”) o incluso llegar al suicidio (“El Último Verano”,
“Óscar“).
Momento de revalorar a esta gran autora mexicana,
recientemente galardonada con la medalla de Bellas Artes. Si no has leído sus
cuentos todavía, ¿qué esperas? Pero, cuidado, tal vez después de sumergirte en
ellos no puedas conciliar el sueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario