martes, 12 de agosto de 2025
EL RUNCHO
Por Francisco Güemes Priego
1
Yo solía ser un niño normal, jugaba, estudiaba, reía. Nada me distanciaba de mis compañeros de escuela, que a causa de mi habilidad para trepar muros y escabullirme sin ser visto, me tenían respeto, incluso admiración. Sabía que mi abuelo materno no tenía buena fama, que lo habían expulsado del pueblo por alguna oscura razón. Por ahí escuché un día que había gente que lo consideraba un monstruo. Pero yo creía que no tenía de que preocuparme, yo no lo había visto desde que era un bebé, no sabía dónde vivía, no recordaba ni su rostro, ni su voz.
Mis padres, por otra parte, eran amorosos y convencionales. No parecían guardar ningún secreto. A su lado todo era luminoso y feliz. Fue un año más tarde cuando el primer síntoma apareció. Noté que las uñas de mis manos y pies se habían hecho largas y gruesas, por más que las cortaba, de inmediato volvían a crecer. Luego los dientes, una mañana me desperté con un dolor espantoso en la boca y varias piezas dentales cayeron sobre el lavabo, para mi sorpresa, no me había quedado chimuelo, bajo cada pieza caída apareció un nuevo diente: pequeño, afilado, triangular.
Entonces, mis padres decidieron tomar cartas en el asunto. Fui revisado por varios médicos, pero todos estaban sorprendidos ante las singularidades que mi cuerpo mostraba. Durante los siguientes meses todo fue peor. Mi pelo se tornó crespo y cenizo, mi espalda se encorvó, una larga y desnuda cola comenzó a brotar de mi coxis sin lógica alguna.
Así, pues, para el momento en que cumplí 14 años, era todo un monstruo, una especie de anomalía que debía de ser mantenida oculta a cualquier costo. Salvo por algunas escapadas ocasionales, tras las cuales era castigado severamente, mi vida se tiño de la más impenetrable soledad.
2
Cuando los animales empezaron a ser devorados por las noches, el rumor comenzó a esparcirse por el pueblo. Había regresado El Runcho. Esa curiosa palabra me llevó a mi primera infancia, cuando mis padres solían asustarme con una extraña criatura de nombre estrambótico para que hiciera mis deberes, comiera mis vegetales o me durmiera pronto. Parecía sólo un cuento para espantar críos y, sin embargo, podía palparse en el pueblo, un creciente terror, en especial cuando las muertes en los establos y corrales comenzaron a multiplicarse de forma inexplicable.
Siempre he sido curiosa y solitaria, más desde que Jorge, mi único amigo de la infancia, consiguió una beca y se marchó a estudiar al extranjero. Así, me escabullía con frecuencia a la hemeroteca para encontrar información sobre el temido Runcho. Después de varias tardes gastando mis ojos miopes ante diarios amarillentos, encontré alguna información, la cual condense de la siguiente manera:
"Cincuenta años atrás vivía en el pueblo un hombre apodado El Runcho, decían que era un chamán dueño de un gran poder. Podía asumir la apariencia de varios animales y bajo su disfraz, aterrorizar a la gente para siguiera sus designios. Qué era una especie de diablo al cual, incluso el presidente municipal le temía. Muchos estaban hartos de sus abusos, de sus amenazas y en una ocasión, mientras estaba echando una siesta, una multitud armada con antorchas rodeó su choza y, seguros de que El Runcho dormía, prendieron fuego al techo de palma y a las paredes de carrizo. Mientras su cuerpo se convertía en cenizas, el endemoniado lanzó un alarido al cielo, haciendo temblar de terror el corazón de todos los presentes".
No parecía más que un cuento fantástico. El Runcho había muerto en 1997. Tenía casi treinta años de haber sido quemado vivo. Ni siquiera sus cenizas debían de existir ya. Sin embargo, algo en el caso me intrigaba. Había visto yo misma los cuerpos de los perros presuntamente devorados por El Runcho. También había sentido el temor en los rostros de las personas de mayor edad. Debía seguir investigando.
3
Otra vez ese nombre maldito. Otra vez el miedo adueñándose de mis ovejas. Yo mismo fui quien instigó el dar fin a ese maldito endriago. No puede estar de vuelta. Así el tal Runcho sea el mismísimo Diablo, no puede regresar a la vida así como así, no puede.
Yo era entonces un joven recién salido del seminario. Al recibir el curato de este pueblo remoto, no pude sino llenarme de alegría, mi primer rebaño al cual conducir por la senda del Señor. Pero pronto me di cuenta de que algo maldito acechaba en esta región. Los viejos ritos paganos continuaban vivos en las manos de ominosos curanderos y brujos. El peor de todos era el conocido como El Runcho. Sus supuestos prodigios envenenaban la mente de mis confundidos feligreses. Debía desenmascararlo a como diera lugar.
Muchas veces lo expuse en el púlpito como un charlatán, un vulgar timador. Sin embargo, mi espina dorsal se estremeció de pavor cuando una noche pude mirar con mis propios ojos como aquel endemoniado se trastocaba en bestia. Había neblina y lluvia esa noche, la transformación no había durado más que unos pocos segundos, pero mis ojos no podían negar lo que vieron, el tal Runcho ya no era más un hombre, sino una especie de gigantesco roedor que caminaba en cuatro patas y poseía una larga cola desprovista de pelo, la cual utilizaba para robar los siniestros objetos que necesitaba para llevar a cabo sus conjuros infames.
4
La oscuridad me sienta bien. Yo quisiera ser como cualquiera de ellos, pero se bien que nunca lo seré. Con las extrañas formas de mi cuerpo me temen, me odian o ambas a la vez. Desearía que mi vida no se hubiera torcido de esta forma, que ahorita, pudiera ir a la escuela, jugar en las calles o dormir arropado por mis padres cada noche. También quisiera no verme obligado a lastimar a las gallinas, a los puercos, y a los perros, pero soy un ser vivo, y necesito alimentarme. Mi hambre, después de un cautiverio tan largo, se ha hecho voraz.
Ya quedan menos lugares donde yo pueda estar seguro. Las cuevas de la montaña, inexploradas y profundas son el mejor refugio, pero pronto vendrán los cazadores, mi nariz los detecta cada vez más cerca. Debo de hacer algo para alejarlos o eliminarlos. Siendo un monstruo, cuando me encuentren no tendrán piedad de mí.
5
El Runcho ha afectado mi desempeño escolar este semestre, nunca había tenido tanto desinterés en la escuela, pero es un tema del cual no puedo dejar de investigar. Ay, si Jorge estuviera aquí, resolveríamos este caso juntos. Pero apenas si tengo noticias de él. Creo que su nueva y emocionante vida en el extranjero lo ha hecho olvidarse de mí.
He encontrado nuevas pistas, la familia del antiguo, tenían un niño, se llamaba Rodolfo. Estudió la escuela primaria completa, pero durante el curso de primero de secundaria dejó de asistir a clases repentinamente, nunca se le volvió a ver. ¿Tendrá él algo que ver en este caso, o sólo será una simple coincidencia? Queda mucho por averiguar.
Mis escapadas nocturnas también han tenido algunos resultados, aunque no los que esperaba, sólo he encontrado que se mueve por la parte norte del pueblo, de la calle 11 a la 24, cerca del antiguo cementerio, su rastro de animales muertos lo confirma. Sin embargo, continuo sin encontrármelo cara a cara para así poder darle etiqueta de realidad al mito. Mis esfuerzos pronto darán fruto, estoy segura que sí
6
Esa chica me está siguiendo, tengo que hacer uso de mis más sofisticadas habilidades de camuflaje para poder evadirla. No sé por cuánto tiempo más podré hacerlo. Siento que debo urdir un plan para alejarla definitivamente. Una voz en mi cabeza me susurra una respuesta “haz lo que tengas que hacer, pero que no te encuentre”. No obstante, apenas imagino la posibilidad de eliminarla, me siento enfermo. Haré todo lo posible por mantener mi ubicación en secreto, no le haré daño.
7
¡Lo he visto! ¡Por fin lo he visto! El Runcho existe, he podido confirmarlo. Cómo había escuchado, es una especie de rata gigante. Pero al verlo incorporarse en dos patas, una sensación extraña me invadió, no parece un animal cualquiera. Hay un haz de inteligencia en su mirada. Casi me muero del susto al verlo saltar la barda del cementerio y quedar frente a frente con él a unos pocos metros de distancia. Pensé que se abalanzaría sobre mí y me causaría un gran daño, pero no, sólo me miró un instante con sus insondables ojos nocturnos y, regresando a su posición cuadrúpeda, se perdió entre la basura y la maleza de un baldío.
8
Es flaquita, usa el cabello tan corto como si fuera niño, su caminar es algo torpe y lleva los ojos velados por unas gruesas gafas con fondo de botella. Hay algo de intrigante en ella, no parece una chica como las otras. La voz me sigue susurrando que le dé un escarmiento, pero mi curiosidad hacia ella es más fuerte que mi instinto de supervivencia. Seguiré alimentándome de despojos y alimañas, no la lastimaré.
9
Endemoniada criatura, ya la he visto rondar por el cementerio, entre las cruces de piedra y el rostro enmohecido de los ángeles guardianes. Tal vez esté devorando cadáveres, o entregado a oscuros hechizos. He reunido a mis más leales seguidores. No dejaremos que el mal siga rondado por estos terrenos de Dios. Pronto la trampa estará lista y El Runcho dejará de atormentarme a mí y a mi fiel rebaño.
10
Esta noche otra vez me encontré con El Runcho. Estaba rondando de nuevo el cementerio. Al hallarnos frente a frente, quise atraerlo con un trozo de carne seca que llevaba en mi mochila. Por un momento nuestras miradas se cruzaron. No es un monstruo, hay algo de belleza, incluso de ternura, en su silueta disforme. Había dado un paso hacia mí, cuando una serie de atronadores ruidos se escucharon. Eran balas. Al parecer la criatura escapó sin ser lastimada, pues no había rastro de sangre. Tengo que proteger a El Runcho, tengo que evitar qué…
11
¡Malditos campesinos inútiles! No puede ser que hayan fallado otra vez. El Runcho debía estar muerto a estas horas de la mañana. Pero no hay prisa, ese Enemigo del Buen Camino encontrará su fin tarde o temprano. Ya lo eliminé una vez, no me costará demasiado eliminarlo una segunda ocasión.
12
El peligro es cada vez más grande, tal vez debería irme de este pueblo para siempre, quizás del otro lado de la sierra, en soledad, encuentre un poco de paz. Quizás allá no me vean como un monstruo, tal vez me entiendan mejor. Sí, eso es lo que tengo que hacer, no tengo opción.
13
Un plan, necesito una manera de sacarlo de aquí y llevarlo a un sitio en el que pueda estar seguro, pero, ¿dónde? La gente de este lugar ya está en contra suya, más con los discursos incendiarios de ese remedo de cura. Nadie se esfuerza por comprender de qué tipo de criatura se trata, o cómo llegó, sólo quieren hacerle daño. Tengo que encontrar un refugio adecuado para él. La pregunta sigue siendo la misma, ¿dónde?
14
Ya está armado el plan para darle fin a El Runcho esta noche. Apenas ponga un pie en el cementerio lo rodearemos y no lo dejaremos salir. No hay forma de que escape a doce hombres armados. De ser necesario le prenderemos fuego a todo. ¡A todo!
15
Algo me detiene, algo evita que ponga en marcha mi plan de fuga… creo que es la chica, cuando nuestras miradas se encontraron esta noche sentí algo especial. No puedo olvidarme del brillo de sus ojos, ni del aroma de su piel blanca como la leche. Tal vez ella sea la única criatura capaz de salvarme, tal vez.
16
Esta noche es singularmente oscura, no hay estrellas ni rastro de luna en el cielo. Llevo mi linterna, pero debo asegurarme de no asustar a El Runcho. Tengo que ganarme su confianza y hacer que venga conmigo. Se puede quedar unos días en el desván de mi casa, ya después pensaré en un lugar más adecuado para él. Lo importante es que los hombres que lo persiguen no lo encuentren.
17
La oscuridad alimenta mi alma, no muchas personas abandonarán su casa esta noche. Ni los supersticiosos cazadores se atreverán a salir. Creo que al fin podré respirar un poco de aire fresco y comer con un poco de paz.
18
Vienen conmigo Cristóbal y Hernán, los dos mejores tiradores de la comarca, no hay manera de fallar. Al despuntar el alba, ese diabólico Runcho no será más que un cadáver del que se alimentarán los buitres.
19
Odio tener que matar, pero a veces el hambre es demasiada. Esta vez fue una gallina. Su carne alimentará mi cuerpo y su muerte no será en vano. Yo no soy culpable de haber caído presa de esta horrible condición.
20
¡Ahí está la bestia, Cristóbal! ¡Dale un tiro en la cabeza, Hernán!
21
¡Oh, Dios mío, no! ¡No dejaré que le hagan daño a El Runcho! ¡No lo permitiré!
22
Era una trampa, me han encontrado esos malditos. Debo salir de aquí.
23
¡Runcho, no!
24
¡Fuego! ¡Fuego!
25
¡Sangre por todos lados! ¡Voy a morir!
26
Duele…
27
No hay ninguna herida. La sangre no es mía. Entonces…
28
Te he salvado…
29
La chica…
30
¡La sombra no era El Runcho! ¡Era una niña! ¡Santo Dios, qué pecado! Oh, no…
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